Mientras ellas duermen

La carrera de Wayne Wang es de lo más curioso, a veces también de lo más ecléctica. Chino emigrado de pequeño junto con sus padres a Hong Kong, al llegar a la mayoría de edad la familia se trasladó a Estados Unidos, donde se afincó. Allí completaría su formación en cine y comenzó una carrera peculiar, con filmes generalmente ambientados en la comunidad chinoamericana, como Cómete una taza de té (1989) y El club de la buena estrella (1993), aunque sus mayores éxitos los consiguió con dos filmes independientes que rodó en colaboración con el escritor Paul Auster, Smoke (1995) y Blue in the face (1995), en los que el factor chino no era relevante. En el siglo XXI no ha tenido éxitos significativos, y ahora aparece por el continente de su nacimiento, Asia, pero no en su natal China Popular, ni en su tierra de adopción, Hong Kong, sino en la vecina (y rival…) Japón, rodando la adaptación a la gran pantalla de un relato corto original del escritor español Javier Marías, titulado Mientras ellas duermen, contenido en un volumen de título homónimo publicado en España por Alfaguara en 1990.

Así que al menos peculiar sí que es este filme. Otra cosa es que, además, sea interesante, lo que ya anticipamos que no es el caso. La materia prima tenía su cosa: escritor con el síndrome de la página en blanco y su mujer, a la sazón editora (pero no de sus libros), pasan unos días de vacaciones en un “resort” japonés. Allí el hombre se fija en una curiosa pareja formada por un setentón y una jovencita que parece frisar los veinte años. Descartados, por la intimidad con la que se desenvuelven, los lazos de parentesco sanguíneo, el hombre intuye que se trata de una dispareja (por edad) pareja de amantes. Sin embargo, una noche, mientras intenta combatir el insomnio en el desierto recinto de la piscina, observa por la terraza de la pareja cómo el anciano graba a la jovencita mientras esta duerme…

El filme habla, evidentemente, del proceso de creación o, por mejor decirlo, del proceso de inspiración. El escritor, sin temas ni musas que acudan a su encuentro, con bloqueo creativo, busca, sin saberlo, en su entorno aquel asunto que le excite como para poner en negro sobre blanco una nueva historia para sus lectores. De ahí que la película transite con frecuencia entre la realidad y la ficción, entre la cotidianidad del “resort” y un cierto onirismo, y todo ello cuando el novelista busca acercarse a la pareja para entender mejor su relación.

Pero Wayne Wang no termina con dar con el tono adecuado. La película, con un inicio prometedor cuando el escritor se fija en la parejita de marras, va perdiendo fuelle (y aburriendo al público, que es lo peor), sin encontrar ese toque que enganche al espectador y le lleve del tirón hasta el final. Una vez perdida la fuerza inicial, la película se desarrolla por trillados caminos que intentan ser novedosos pero en realidad no aportan nada.

Así las cosas, Mientras ellas duermen se queda en un quiero y no puedo, un esforzado intento de reflexionar sobre el proceso creativo que, me temo al menos en este caso, no se ha saldado con el éxito. Wang tiene buena mano para historias tortuosas, como acreditó en las mentadas y austerianas Smoke y Blue in the face, pero en este caso, quizá por lo etéreo del tema, y también por la escasa materia argumental del relato de Javier Marías, no ha sabido dar en la diana.

Entre los intérpretes, Takeshi Kitano, con su habitual nombre de Beat Takeshi, que usa cuando interviene como actor, resulta tan hierático como es costumbre en él. Hay cinéfilos que eso lo encuentran lo más creativo del mundo: yo lamento disentir…