Milagro en Milán

CRITICALIA CLÁSICOS
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Milagro en Milán (1951) es una película neorrealista en la que el guion adapta una novela del propio Cesare Zavattini que es toda una fábula o historia moderna, en una especie de cruce con el cine de Frank Capra, y cuyo “leit motiv” es la indiferencia de los humanos ante las necesidades del prójimo. El film tiene un carácter eminentemente social que el tiempo ha decantado y colocado en su justo sitio.

A la muerte de su madre, Totò entra en un orfanato. Cuando Totò acaba de salir del orfanato, no sabe a dónde ir. Un anciano, disimuladamente, le roba su pequeño equipaje y al devolvérselo a Totò, le da tanta pena, que se lo regala. El anciano lo lleva a su casa, en un poblado a las afueras de la ciudad, lleno de desolación, pobreza y miseria. A partir de este día les cambiará sus vidas a ambos.

Los pobres vagabundos van a ser desalojados de sus barracas por una ruin sociedad capitalista que quiere construir en aquel lugar, pero de repente surge petróleo en medio del campamento.

Este es el tema de esta cinta neorrealista, milagrosa en efecto, por la gracia de su guionista Cesare Zavattini. Por su sentido profundo es eminentemente realista, pero la desmitificación se realiza en beneficio de una fábula o cuento de hadas moderno. El guion está basado en la novela Totò il buono, del propio Cesare Zavattini. Se habló en su día que esta película podía tener influencias del cine de René Clair, e incluso del de Charles Chaplin.

De una forma o de otra, posee una escena inolvidable, en la que un simple rayo de sol, que aparece en un día frío y nublado, es disputado por aquellos que no tienen otra cosa, pero que hace que se unan, codo con codo, todos los habitantes de las barracas.

Una interesante obra neorrealista, con una notable dirección de Vittorio de Sica que estaba en su mejor momento.

Ganó el Nastro d'Argento al mejor guion, el premio de los críticos de Nueva York y el Gran Premio del Festival de Cannes, entre otros.