Un funeral de muerte (2010)

En 2007 el director Frank Oz, célebre por su “performance” de Yoda en la saga Star Wars, puso en imágenes Un funeral de muerte en su país de origen, el Reino Unido, con libreto de Dean Craig. La película tuvo un éxito relativo en Estados Unidos, por lo que no se entiende demasiado bien que ahora, tres años más tarde, se haya filmado de nuevo, con un guión prácticamente calcado, aunque trasladando el escenario de una típica y tópica ciudad “british”, con su familia atiplada y gazmoña, a una ciudad norteamericana, de afroamericanos de clase media con alguna irisación blanquita.

Estábamos acostumbrados a que el cine yanqui versionara éxitos económicos llegados de países con otras lenguas: se han hecho decenas de “remakes” de películas francesas, por ejemplo, considerando Hollywood que su plasmación en inglés, y con un paisaje USA, podría producir buenos dividendos; no se entiende tanto que se haga un “remake” de un reciente film en inglés, por lo que las diferencias (salvo el que los protagonistas sean mayoritariamente negros) son escasas.

Al margen de esa cuestión de oportunidad o inoportunidad, lo cierto es que esta nueva versión de la (por lo demás) olvidable película de Frank Oz no deja de ser una tontería de marca mayor. Neil LaBute, su director, pasará a la historia seguramente por un notable drama, En compañía de hombres, allá por los años noventa. Desde entonces no ha vuelto a encontrar su sitio, ni en la comedia negra, ni en el drama, ni en el thriller. Porque hacer comedia no es sólo contar con un guión con cierta gracia y diálogos chispeantes: se trata también de saber darle el ritmo adecuado, hacer que los actores no resulten chocantes (como ocurre aquí con cierta frecuencia; y eso que la pareja de comicastros Chris Rock y Martin Lawrence están menos insoportables que de costumbre…) y conseguir que la sonrisa, mejor que la risa, fluya con naturalidad en el espectador.

Nada de esto hay en esta prescindible nueva versión, que parece perpetrada como una nueva edición, corregida, aumentada y, eso sí, con más clase, de la cutre “blaxploitation” de los años setenta. Claro que tampoco se podía hacer gran cosa con el guión de Dean Craig, trufado de los clichés más viejos del cine cómico, incluido el humor marrón, que ya es caer bajo…