Pelicula:

Esta película se pudo ver en la Sección Oficial del Sevilla Festival de Cine Europeo 2017 (SEFF’17).

El cine escandinavo suele ser una apuesta segura, al menos el que llega a España. No es el caso. Y lo curioso es que esta Winter brothers comienza bien, con unas espectrales escenas rodadas en las entrañas de la montaña, en un complejo minero de piedra caliza en Dinamarca, en las que conoceremos a los dos hermanos del título; uno, el mayor, parece centrado y normal; el pequeño es un tipo infecto, asocial, incapaz de empatizar con nadie, egoísta y fullero. Manufactura artesanalmente un licor nauseabundo pero que calienta la tripa de los mineros para poder soportar el frío. Ese brebaje lleva al hospital a uno de los obreros, y entonces todo empezará a cambiar para peor en él…

El problema de Winter brothers es que carece de tema en sentido estricto, más allá de mostrarnos el retrato de un inadaptado, uno de esos tipos (afortunadamente minoritarios) a cuyo lado la vida es insoportable: huraño, misógino, misántropo (parece lo mismo pero no lo es…), fascinado por la estética militar, como todos estos tontos del culo; pronto nos enteramos de que es una “joya”. A partir de ahí parece como si se quedara sin tema: hay un a modo de espiral de degradación del tipo, al que, sin embargo y sorprendentemente, la Justicia no empapela por llevar a la muerte, con el matarratas que vende como alcohol, a uno de sus colegas.

No es la única incongruencia del guion, aunque sí seguramente la más llamativa: si en la idílica Dinamarca un individuo puede cometer homicidio atentando contra la salud pública, como es el caso, y su único castigo es que lo echen del trabajo, puede ocurrir dos cosas: o la Justicia allí es un cachondeo (Pedro Pacheco dixit), lo que no parece ser, o el guionista se ha hecho la picha un lío (con perdón por la expresión, pero es la que procede) y nos quiere colar una imposibilidad física y hasta metafísica. Aparte de ello, llama la atención los cabos sueltos en el film, las endebles líneas argumentales (todas en torno al mameluco protagonista), que se quedan a medio camino y que acaban abruptamente, sin más, no porque quieran cerrar en anticlímax, sino más probablemente porque no sabían cómo terminar.

El director y guionista, el islandés Hlynur Palmason, hace con este su primer largometraje, tras algunos cortos. Tiene cierta capacidad estética y retrata muy bien, como documental, el corazón de la Tierra que los mineros explotan, siendo esta una de las escasas virtudes del film, la pintura de una profesión tan dura, en un lugar, Dinamarca, el nuevo Edén, si hay que hacer caso a las estadísticas de bienestar. Entre las escenas llamativas también habría que incluir la furiosa pelea en pelota picada (bueno, el carajote lleva un sucinto slip) entre los dos hermanos, que recuerda poderosamente (y seguramente está influida por ella, por no decir copiada) la similar que se desarrollaba en Mujeres enamoradas (1969), de Ken Russell, entre Oliver Reed y Alan Bates.

El conjunto no convence nunca: dispersa, incoherente, gratuita… Podría haber sido una película de interés con este marco infernal, que parece haber embelesado demasiado a su neófito director. Entre los actores destacaremos a Elliott Crosse Hove, joven pero ya con una cierta carrera a sus espaldas, que compone con buen tino el personaje central, ese sociópata sin el que el mundo sería (un poco) menos infeliz…



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100'

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Winter brothers - by , Nov 09, 2017
1 / 5 stars
Lo que viene siendo un tonto del culo