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La voracidad de las televisiones, y no digamos de las plataformas de “streaming”, hace que con frecuencia se graben series no precisamente distinguidas, sino que buscan (lícitamente, por supuesto) entretener a un público medio que no busque nada especial, más allá de un rato de distracción, y poco más. Nos parece que ese es el caso de esta Detective Touré, que podría incardinarse también en un cierto movimiento (por llamarlo de alguna manera…) que podríamos denominar “basque noir”, películas o series de corte policíaco producidas y ambientadas en la comunidad autónoma del País Vasco, de las que hemos visto ya varios ejemplos, como La víctima número 8, Bocas de arena o Presunto culpable, entre otras.
Detective Touré (basada en la novela Touré, de Jon Arretxe) se desarrolla en Bilbao, y en su mayor parte en el populoso y multicultural barrio de San Francisco. Conocemos al Touré del título, un inmigrante guineano sin papeles que sobrevive como puede en el barrio, echándole cara a la cosa mientras espera conseguir el permiso que le permita trabajar legalmente. Touré es perseguido con frecuencia por la Ertzaintza, la Policía Autonómica Vasca, para devolverlo a su tierra, pero el hombre consigue escaparse siempre, gracias a su habilidad y astucia. Inopinadamente, una bilbaína con dinero y posición lo contrata para que le confirme que su marido le está siendo infiel; como le paga un dinero curioso, Touré, aunque no ha ejercido nunca de detective, se pone al tema. Entre tanto iremos conociendo personajes peculiares, como la farmacéutica que inicialmente tiene un desencuentro con el guineano, hasta que se da cuenta de que es un tío legal (aunque sin papeles…) y se amistan. También conoceremos a Etxebe, un ertzaina (policía autonómico) que le tiene puestos los puntos, aunque a lo largo de la serie veremos que llegan a tener puntos en común.
Los creadores son David Pérez Sañudo, del que recordamos con agrado su muy interesante largometraje en clave de drama familiar, Ane, que en su momento se hizo con varios Goyas, y Carlos Vila, guionista gallego de larga trayectoria como tal, aunque ciertamente no hay títulos de demasiado relieve en su filmografía, aunque, eso sí, fue uno de los autores de Los misterios de Laura, serie de RTVE que gozó de popularidad en su momento e incluso tuvo una versión USA. Nos da la impresión de que ambos tampoco es que se hayan estrujado mucho las meninges en esta serie, que tiene todo el aspecto de (a la manera de aquel primer y antediluviano Woody Allen) “toma el dinero y corre”.
A lo largo de 6 capítulos, la serie está hecha con varias claves, siendo las fundamentales las de comedia y thriller, con algún toque dramático. Lo cierto es que nos parece una producción un tanto insulsa, poco inspirada y escasamente graciosa para ser también una comedia. Está hecha con corrección, cierto, pero sin chispa, un producto bastante vulgar en el que habrá un caso que investigar por cada episodio (como suele ser habitual en este tipo de audiovisuales más o menos policíacos), aparte de una historia general de Touré y sus relaciones, como la farmacéutica o un amigo vasco que no es más tonto porque no se entrena... Eso sí, aquí de amor, y no digamos de sexo, nada de nada, es una serie absolutamente blanca… Un trabajo bastante rutinario, entonces, sin ápice de arte, con personajes estereotipados, meros clichés humanos.
Por citar algunos aspectos positivos, que también los tiene (nada es totalmente blanco o negro, claro…), parece buscar un cierto retrato del natural del populoso barrio de San Francisco, donde viven muchos inmigrantes extranjeros de todas las razas, en un acercamiento en plan de comedia/thriller sobre personas que habitualmente no salen en las pelis ni series. También se podría citar, en un segundo plano, una cierta denuncia sobre las condiciones del barrio, con fuerte incremento de alquileres, etc., en lo que parece una intención planificada de gentrificación (ya saben, sustitución del paisanaje pobre que vive en un barrio más o menos marginal por otra clase más pudiente, previa expulsión de los primeros y posterior remodelación guay del caserío de la zona), que se convierte en uno de los temas secundarios, como de paisaje de la serie. Aparece también cierto antirracismo, pero más bien cosmético, como por quedar bien, y que además parece casi inevitable teniendo en cuenta el origen africano del protagonista.
Hay, por supuesto, una mirada cómplice hacia el inmigrante, especialmente hacia el ilegal, pero en una historia bastante endeble, en un entretenimiento descafeinado hecho con intrigas banales, simplistas, sin la más mínima complejidad. Los guiones de los 6 capítulos son manifiestamente mejorables, poco creíbles, con unos diálogos lamentables, como hechos rutinariamente para cubrir un encargo, en un producto ciertamente muy mediocre, igualmente filmado de forma rutinaria y vulgar.
Los intérpretes tampoco es que se maten (tampoco se les pedía…); de hecho, el protagonista, Malcolm Treviño-Sitté, nos parece bastante flojito como actor. Del resto habría que decir que Loreto Mauleón, que es buena actriz, aquí está desaprovechada en un personaje secundario al que se le podía haber sacado bastante más partido. Urko Olazabal (del que tenemos excelente recuerdo por su potente intervención en Maixabel) compone un ertzaina perfectamente odioso, aunque al final (más o menos…) se redima.
La serie queda abierta para una posible continuación, aunque quizá no la haya, porque en su paso por RTVE no fue bien.
(14/11/2025)