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CINE EN SALAS

Bertrand Bonello (Niza, 1968) es un director de cine, guionista, productor, compositor y actor francés de muy peculiar carrera; también es profesor en la prestigiosa La Fémis. De formación fundamentalmente musical, de corte clásico, derivó pronto hacia la música rock. Interesado a finales del siglo XX por el cine, desde entonces ha ido construyendo una curiosa filmografía, muy personal, con varios cortos y (hasta la fecha de redacción de estas líneas) once largometrajes, en los que laten pulsiones varias: la provocación, la dificultad de las relaciones humanas, la angustia de vivir, la condición sexual, la abstracción. Sus films más controvertidos y/o interesantes quizá sean Le pornographe (2001), Tiresia (2003), Casa de tolerancia (2011), Saint Laurent (2014), el biopic no autorizado del famoso diseñador, con toda seguridad su película más famosa; y Nocturama (2016), sobre la atracción de la juventud por el abismo terrorista en los tiempos de Bataclan.

Sobre la novela corta de Henry James The beast in the jungle, publicada por Methuen en 1903 (uno de los textos jamesianos más peculiares, también más versionados en el audiovisual), Bonello plantea su historia, muy libremente basada en el relato del autor yanqui-británico. Partiendo desde 2044, cuando la influencia de la inteligencia artificial (esa IA que, inquietantemente, ya está aquí) sobre la Humanidad será determinante, conocemos a Gabrielle Monnier, una mujer que debe desprenderse de sus emociones, para lo que se somete a una especie de “limpieza de ADN”, en la que revivirá sus vidas pasadas, en dos momentos concretos, 1910 y 2014, en los que se reencontrará con su gran amor, Louis Lewanski, afrontando entre ambos la nítida sensación de que algo terrible les acecha, lo que les impide consumar plenamente su amor...

El problema del cine de Bonello (ya lo vimos en San Laurent...) es que, de puro experimental, con frecuencia se pasa de frenada, y lo que debía ser, por presupuesto y público objetivo (clases medias ilustradas, evidentemente), un film de corte intelectual pero asequible, se torna con frecuencia un pastiche difícilmente digerible, incluso para aquellos que buscan nuevas formas expresivas, aquellos que no le hacen ascos a las innovaciones en el relato cinematográfico. Es el caso: La bête (usemos el título original para orillar la tontería del que se ha usado en España, de lo que luego hablaremos) tiene un planteamiento interesante, el de esta mujer que, dentro de dos decenios, y bajo los auspicios de la IA, va a depurar su mente (cabría decir su alma...) para evitar sufrimientos, y revive sus experiencias pasadas (no sabemos si propias o de ascendientes...), relacionándose con su amor inconsumado, a principios del siglo XX por un grave suceso por venir (el famoso “evento catastrófico” que tanto teme John Marcher, el protagonista de la novela de James), y casi a principios del XXI por otra previsible hecatombe (de nuevo otro “desastre esperado”).

Pero la forma de desarrollarlo peca de críptica, lo que podría ser un planteamiento aceptable si no fuera porque apenas se dan claves para desentrañarla, y cuando se dan (esa recurrente paloma que aparecerá en los dos escenarios históricos pasados; esas muñecas de inflamable celuloide del tramo que transcurre en 1910, y que en el tramo de 2044 asumirá forma humana bajo el nombre de “muñeca Kelly”) tampoco es que aporten gran cosa... Bonello juega a fondo con la imagen, con escenas impactantes como la que arranca el film, presentando en pantalla a la protagonista sobre un ciclorama de obvio color verde, utilizado habitualmente para añadir en postproducción las imágenes digitales, generadas por ordenador, ante las que previamente habrá tenido que reaccionar (sin verlas...) el actor o actriz, escena en la que la prota grita como si, efectivamente, estuviera delante de esa “bestia en la selva” del cuento jamesiano, escena que se cerrará, en círculo, con el último plano del film, notablemente parecido aunque no exactamente igual (así que a lo mejor la “depuración del ADN” se queda en fiasco...). Entre medias tendremos la vida y milagros (por decirlo con una frase hecha) de esta Gabrielle Monnier, de alguna forma trasunto de la coprotagonista del relato de James, en el mismo llamada May Bartram, aunque Gabrielle concentra en sí misma también ese miedo determinista hacia la catástrofe venidera propio del jamesiano personaje John Marcher.

Film complejo, en el que con frecuencia Bonello se gusta a sí mismo y se dedica a filigranas como repetir una misma escena, a veces incluso en varias ocasiones, tanto en los distintos tiempos históricos como hasta en la misma época, la sensación que nos ha producido esta La bête es la de una historia fallida, con aciertos parciales, pero en exceso discursiva (lo que hablan esos personajes, sobre todo los del primer tramo...), demasiado larga (¿sería posible que se hiciera una película que se reputa “seria” y que no tenga que durar casi dos horas y media, como es el caso? Es una pregunta retórica, claro...), con imágenes ciertamente percutantes (esa protagonista y su amado, con su ropa de época, buceando en busca de la salida de una catástrofe –en este caso real, no premonitoria--; esa cámara que deambula, elegante a la par que inquietante, por las límpidas estancias de acero y cristal de la casa de 2014, a la manera de El año pasado en Marienbad, con la que este film tiene más de un punto de contacto), con temas que, siendo jamesianos, los amplían (esa renuencia a la vez que anhelo de Louis Lewanski, en el tramo de 2014, a amar y ser amado, trasunto de la reluctancia del John Marcher de la novela a casarse), pero en un conjunto que, con frecuencia, desconcierta antes que atrae: mala cosa esta...

Trabajo muy entregado el de Léa Seydoux (ganadora del Premio a la Mejor Actriz en la Seminci de Valladolid), la protagonista absoluta, teniendo en cuenta que ha tenido que actuar con frecuencia prácticamente sin asideros, más por intuición que por otra cosa, como si metafóricamente siguiera en el verde ciclorama con el que se inicia la película. Le secunda bien George MacKay, en un doble personaje (llamándose igual...) muy diferente, el caballeroso amante novecentista y el atolondrado (y quizá peligroso...) treintañero virgen del siglo vigésimo primero.

Muy interesante la banda sonora, original del propio Bertrand Bonello y de su hermana Anna, un “score” inquietante que es de lo mejor del film (como siempre: “qué buen vasallo...”).

Acotación al margen: ¿por qué se estrena esta película como The beast (La bestia), con el título en inglés, que es el internacional, más el título en español entre paréntesis, cuando el original es, en francés, La bête? ¿Por qué no se ha estrenado traduciéndolo directamente como “La bestia”, sin más? No creo que haya peligro de que, a estas alturas, el espectador la confunda con aquella rijosa película homónima de Walerian Borowcyzk de hace casi medio siglo...

Ítem más: nos parece que por primera vez en nuestra vida, hemos visto que los títulos de crédito finales (los del principio se limitan a un único rótulo, de letra milimétrica, que detalla los tropecientos productores, coproductores, etcétera, del film) han sido sustituidos por un código QR que puede consultar el espectador que lo desee, capturándolo. Bueno, en puridad, desde el punto de vista del público que se sale antes de terminar los créditos, parece un acierto; pero desde la perspectiva de que así se obvia que figuren en el audiovisual, expresamente, los nombres de todas las personas que han contribuido a la existencia de ese producto, no parece tan acertado...


(03-04-2024)


 


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146'

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The beast (La bestia) - by , Apr 03, 2024
2 / 5 stars
Desconcierta antes que atrae